Eric Lafforgue es un viajero experimentado. Ha visitado muchos países y ahora es difícil sorprenderlo con algo. Sin embargo, una reciente visita a Etiopía quedó grabada en su memoria durante mucho tiempo. Cerca de uno de los pubs, Eric conoció a un chico inusual. El viajero decidió saber más sobre el niño y habló con él.
Resultó que el niño se llama Abash y vive en una choza no lejos del restaurante al que luego fue Eric Lafforgh. El color inusual de sus ojos azules es el resultado de un raro trastorno genético congénito llamado síndrome de Waardenburg.Esta anomalía es extremadamente rara: aproximadamente un caso por cada 300.000 personas. Cuando nació Abash, sus padres se asustaron pensando que su hijo había nacido ciego.
Debido a la pobreza, no podían permitirse el lujo de ver a un médico, por lo que tuvieron que esperar muchos meses hasta que quedó claro que el niño podía ver bien. Luego, mamá y papá concluyeron que los ojos azules no son una maldición en absoluto, como pensaron inicialmente, ¡sino un regalo de Dios! Sin embargo, al propio niño su peculiaridad le causó muchos problemas.
Otros niños a menudo se burlan de Abash por el color de sus ojos. Los espíritus jóvenes lo llaman “ojos de plástico” y el niño no puede soportar estas incesantes burlas. Cuando Abash tenía 8 años, sus padres decidieron enviarlo con su abuela para que viviera más cerca de la ciudad donde se encuentra la escuela. Una noche hubo un incendio en la choza. Todas sus pocas posesiones, junto con los libros de texto, se han convertido en cenizas.
Afortunadamente, la abuela y el niño lograron escapar a tiempo y no resultaron heridos. Después de este accidente, el niño se mudó a la ciudad, porque el incendio destruyó sus ya escasos ahorros y comprar un billete de autobús todos los días desde el pueblo de su abuela se le había vuelto demasiado caro.Al llevar a Eric a su nuevo hogar, Abash se sintió muy avergonzado.
“Está sucio aquí…” susurró, señalando la caja de cartón que había reemplazado su cama. El niño es un loco por el fútbol y no se pierde ni un solo partido del Barcelona, viendo los partidos en algún restaurante o bares cercanos.